lunes, 24 de marzo de 2008

De los números a las letras

De los números a las letras / Miguel Cossío Woodward Por Pedro Rendón López
Publicado en ComunidadIbero, Revista quincenal de la Universidad Iberoamericana Ciudad de México, Nueva Época, Número 47, 3 de marzo, 2008 (*)

Siempre quiso dedicarse a la promoción de la cultura y a la literatura en particular, aunque sus dos licenciaturas son en Economía y Ciencias Sociales. Su primera novela, escrita a los 24 años –y que todavía considera imperfecta en muchos sentidos–, le dio a conocer en el mundo cultural cubano y de otros países. Sacchario, historia que versa sobre la zafra azucarera y en la que quiso innovar en el lenguaje –le puso el nombre científico de la caña de azúcar–, obtuvo en 1970 el Premio Internacional de Novela Casa de las Américas. Éste fue el impulso que permitió a Miguel Darío Cossío Woodward, académico del Departamento de Letras, actualmente con un doctorado en Letras Modernas en la Ibero, seguir escribiendo y trabajando en su vocación verdadera, la literatura.
Pero el éxito de Sacchario le hizo demorar bastante tiempo en publicar su segunda novela, Brumario -sobre la crisis de los misiles en 1962–, la cual considera un poco mejor que la anterior y que fue llevada a la pantalla grande con el nombre de Tiempo de amar por su amigo Enrique Pineda, laureado director de cine cubano con quien escribió el guión.
Trabajó varios años en el sector de la economía y más tarde en el cultural de su país para atender las editoriales y en las áreas de derechos de autor. Asístió a congresos de libros y a conferencias internacionales sobre la promoción de la cultura, que le enriquecieron y le permitieron tener una visión mucho más universal. En Cuba desempeñó en diversas ocasiones el papel de jurado en concursos literarios, función que ejerció con cuidado al tratar de ser objetivo y soslayar los gustos propios para valorar las virtudes ajenas y encontrar a su vez los defectos o las limitaciones que puedan tener los textos, sin dejar de apreciar y considerar el trabajo de un autor que se empeñó en producir un escrito.
Cubano de nacimiento –primera generación–, pero con ascendencia mexicana –por abuelo, madre, tío y familia–, varios años se encargó, como diplomático, de la promoción cultural e intercambios académicos entre Cuba y México. Al terminar esta labor decidió quedarse en México para dedicarse a lo que a su modo de ver debe ser la promoción de la literatura, momento en que surgió la oportunidad de ingresar a la Ibero.
En la UIA, además de sus cursos regulares, se ha dedicado también a la promoción, organización y desarrollo de talleres de creación literaria, donde ha contado con un número significativo de personas que aman la literatura, escriben libros, publican y han obtenido premios.
Desde hace muchos años se ha dedicado asimismo a la crítica literaria latinoamericana en general, y en particular de los libros y autores más importantes de la literatura cubana del siglo XX –sobre los cuales ha brindado conferencias alrededor del mundo-, como Alejo Carpentier, Guillermo Cabrera Infante o José Lezama Lima, y otros más contemporáneos como Antonio Benítez Rojo y Eliseo Alberto.
Como otros grandes de la literatura, Cossío ha dejado plasmadas sus palabras en los periódicos, desde la trinchera de un Granma de Cuba, Le Monde Diplomatique de Francia o Reforma de México, en éste como colaborador frecuente del suplemento Hoja por hoja, con “pequeños ensayos que uno debe hacer por el aprecio a la profesión periodística y el cuidado de decir las cosas de la manera más interesante para los lectores, si esto es posible”.

(*) Se han moderado e introducido pequeñas correciones al texto original. No se incluyen las fotos del reportaje.

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