sábado, 6 de julio de 2013

Juego de cartas. mi nueva novela

Juego de cartas es el título de mi nueva novela, cuyo book tráiler pueden ver en:

YouTube.com Book tráiler Juego de cartas.
Para mayor información, dirigirse a:
monjaportuguesa@yahoo.com

Gracias por su interés y comentarios
Miguel

A continuación se transcribe una breve reseña de la obra:




Juego de Cartas es una novela acerca de los vínculos entre la realidad y la ficción, bajo el impulso del amor y el deseo. A partir de las famosas Cartas Portuguesas, escritas por Mariana Alcoforado, una monja portuguesa del siglo XVII, y dirigidas al Vizconde de Chamilly, su amante francés, un escritor del siglo XXI explora los mundos posibles de personajes reales y fricciónales, históricos y contemporáneos. Utilizando recursos de la posmodernidad literaria, la obra mezcla el humor, la ironía y el ensayo; el pastiche y la reflexión académica, en un juego que reclama la participación del lector.

 

Claudia Ester San Marino, académica en el Departamento de Filosofía de una universidad mexicana y judía iconoclasta, induce a su colega Miguel Cossío Woodward (que aparece como personaje) para que emplee dichas Cartas portuguesas en sus clases de literatura epistolar, así como para que escriba una novela transgresora en torno al tema. Miguel le propone su historia a un guionista de telenovelas brasileñas, y ambos se relacionan con la monja y otros personajes históricos, que perviven y actúan desde el supratexto de las letras. Unos ladrones se apoderan de las cartas originales y tratan de venderlas al mejor postor, mientras el Vizconde y Mariana Alcoforado reclaman sus derechos de autor. En un contrapunto, Miguel reflexiona sobre el oficio del escritor, Rilke y Kafka, Kierkegaard y Tolstoi, Simenon y Poe, entre otros autores, en un doble juego marcado por el humor, lo popular, lo académico y el mundo de nuestro tiempo.

 

Juego de cartas, Miguel Cossío Woodward

México: Fundación para Leer en Libertad, A.C., mayo 2013

viernes, 27 de abril de 2012

Las palabras perdidas de Victoria Dana

Las palabras perdidas de Victoria Dana Texto en la presentación de la novela del mismo título, Librería Rosario Castellanos, Ciudad de México, 19 de abril de 2012 Las palabras que con notable eficacia ha escrito Victoria Dana no están, ni estarán nunca perdidas: pertenecen ya al vasto y extraño territorio de la más auténtica literatura de estos tiempos. Son piedras miliares que marcan, como hacían los romanos, las distancias y las fronteras en las calzadas reales de la creación artística; señales que indican el inicio de una nueva experiencia y de otra exploración en una dimensión mayormente desconocida. Son las palabras dichas y no dichas; mejor aún, las indecibles y las aún in-formadas, no sonoras, pero nunca silentes. No están perdidas, sino encontradas en el mundo interior, caótico y regresivo, de Blanca, el personaje de esta novela, una mujer condenada por una cruel enfermedad a la desconexión total con el mundo exterior. ¿Es posible entrar en la mente de otro ser humano, descubrir sus voliciones, fantasmas y complejidades? Algo así intentan los psiquiatras en el famoso diván, con resultados muchas veces controvertidos. Tal fue, en cierto modo, el propósito de quienes llevaron a la literatura los meandros del monólogo interior, desde un lejano Tolstoi, hasta Dujardin y por la mano suprema de Joyce. Pero las mentes que representaron esos autores con singular brillantez no estaban afectadas por el Alzheimer u otros padecimientos relacionados con síndromes hasta cierto punto parecidos. No tuvieron esos grandes escritores la información científica de nuestros días, y probablemente no se propusieron tampoco retratar esa genéricamente llamada demencia senil, tan antigua pero no muy abordada en la literatura universal. Vicky Dana es la primera escritora mexicana que sigue paso a paso el proceso degenerativo de la mente en una mujer, originalmente brillante y exitosa, que va perdiendo las palabras y, en consecuencia, el sentido de la realidad, si es que ésta tiene sentido. No podemos afirmar con absoluta certeza que existe algo fuera de nosotros mismos, como advirtió Berkeley, pero intentamos descubrirlo, y tal vez inventarlo por medio del lenguaje. Si estuviésemos privados de la facultad de nombrar las cosas que se nos presentan ante la conciencia, como sí la tuvo el padre Adán para apropiarse del mundo, seríamos incapaces de aprehender el significante y el significado de las plantas, las aves, el mar, las luces y las sombras que proyectan otros seres y esencias en nuestro minúsculo espacio de existencia. Recurrimos entonces al diccionario, artificio relativamente reciente en la historia de la cultura y con el que por cierto no contó, para su invención de lo humano, el divino Shakespeare. En esta novela, Blanca intenta mantener contacto con la realidad, aferrándose a un diccionario, especie de letra muerta del lenguaje, frente a cuyas definiciones ella sólo puede evocar fugaces brochazos de su propia vida, porque las palabras –nos sugiere Vicky- son sólo disparadores de la memoria, etiquetas de sueños, ecos lejanos de inasibles esencias. Palabra, palabras, palabras responde Hamlet, a la pregunta de Polonio acerca de lo que está leyendo. Palabras, palabras, nos dice Vicky, porque nuestro mundo, el que creemos ver y saber, lo que nos ha tocado entender como parte del juego incomprensible del Misterio, es y existe para nosotros en el catauro de voces que aprendimos; en el libro olvidado en algún desconocido anaquel de una inmensa biblioteca que otros llaman el universo, al decir de Borges. Pero esta novela, recién publicada por Textofilia Ediciones, nos presenta asimismo otras interrogantes. En primer lugar, desde el punto de vista artístico, la obra rodea la complejidad que implica el concepto de monólogo interior, En el ámbito sajón, sobre todo, se advierte que es prácticamente imposible (o ininteligible) el flujo de la conciencia, esa corriente a chorro de pensamientos, sin orden lógico aparente, gramatical o sintáctico, que inunda la mente humana y frente a la cual el escritor termina por editar, corregir y hacer comprensible a los lectores, mediante el monólogo interior, las ideas y sentimientos básicos de sus personajes. Sin embargo, y ahí es donde reside, a mi juicio, la originalidad de Vicky Dana, aún si pudiéramos transcribir literariamente dicho flujo de la conciencia, nos encontraríamos probablemente con una cada vez más extraña ausencia de palabras o significantes cuyo íntimo sentido carece en apariencia de lógica. Es el fondo de un fondo sin fondo asequible. Mientras Blanca se abisma en la enfermedad, el lector atento se cuestiona si lo que dice un diccionario (o más actualmente un artículo de la Wikipedia en Google) corresponde a una interpretación válida para todos, o tiene un significado particular, afincado en la visión individual, que se aparta de la versión lingüística comúnmente aceptada. Ése es un fenómeno que Nietzsche describió en su famoso ensayo sobre verdad y mentira en el sentido extra-moral. Las palabras no representan las mismas cosas para todos. Y, al mismo tiempo, como afirmaba el célebre lingüista Humpty Dumpty, significan lo que él, o cualquiera de nosotros, quiere que signifiquen. Ahí es donde Vicky Dana, con el instrumento de un narrador objetivo, omnisciente diríamos, abre la puerta a otras indagaciones. Por ejemplo: ¿ser mujer, esposa o madre es sólo existir como nombre, objeto, pieza en un extraño mecanismo familiar o social donde todos somos extraños de los extraños? Queda otra interrogación. En la primera mitad del siglo XX el ruso Iván Pavlov planteo la idea de que el lenguaje es un segundo sistema de señales, propio del ser humano, por encima del reflejo incondicional. La discusión acerca de la importancia y significación del lenguaje como factor determinante de nuestra actividad vital sigue siendo objeto de estudio y polémica hasta nuestros días. La literatura, asentada firmemente en este segundo sistema de señales, recrea el universo, da color al paisaje, hace volar el pensamiento, mueve las pasiones, engendra la vida que nos vive, imagina tierras, planetas, galaxias infinitas cuya verificación objetiva depende finalmente de la imagen creada. Y la propia literatura intuye, con Macbeth, que la vida es un cuento relatado por un idiota lleno de Furia y Ruido., sin ningún significado. El arte, con toda su grandeza posible, se queda en los umbrales de algún ignoto sentido. ¿A dónde van, pues, las palabras perdidas, el relato de una vida, las definiciones canónicas que consultamos para tratar de apresar la proteica realidad que nos abruma? ¿Carece de pensamientos -o como se llame,- el individuo que deja de pensar pensamientos que se pueden congelar como palabras? ¿Hay algo detrás del segundo y del primer sistema de señales, que es ánima en lugar de ánfora vacía? Son preguntas lanzadas a las ciencias y a la filosofía, pero temas apasionantes para los novelistas del siglo XXI que, traspuestos los cuarteles de la novela histórica y los grandes relatos sobre las aventuras sociales e individuales, deben bucear en el microcosmos -tal como se hace en la mecánica cuántica,- para inaugurar una nueva literatura; necesitan traspasar las fronteras de la propia literatura, del arte en general, que ya resultan camisas de fuerza tradicionales. El hombre de hoy no es la máquina del progreso característica de los siglos XIX y XX, tampoco la impresionante tecnología de nuestro cambio de época. Sigue siendo un misterio Y ése es el misterio al que se acerca, con modestia pero también con audacia y belleza, esta novísima escritora, Vicky Dana, nueva por sus letras; nueva por su inquietud artística, por su juventud espiritual, por su sagaz planteamiento y porque su novela nos deja con una aterradora y apasionante inquietud: ¿es cierto que lo demás es silencio’ Pero, ¿qué es el silencio, Dios mío?
El secreto de la casa de El Cairo, novela de Maries Ayala. Texto leido la noche de su presentación, miércoles 22 de febrero de 2012, en el Club de Industriales de la Ciudad de México. No creo cometer una indiscreción demasiado grave si me atrevo a revelarles el secreto de la casa de El Cairo. Aún así, y con más razón, me apresuro a convocarles para que adquieran la novela del mismo título, escrita con notable maestría por Maries Ayala y elegantemente publicada por la editorial Plaza & Janés. ¿Para qué sirve un secreto si nadie por sí mismo lo averigua; si no se comenta y divulga a los cuatro vientos, de modo que todos se enteren y lo repitan con asombro o escándalo? La incógnita que pretendo descubrirles no es exactamente la que se narra en esta obra, sino la que presiento detrás, inserta en el ámbito numinoso de la creación artística. Hay, a mi juicio, en todo movimiento del espíritu y la acción del ser humano un misterio más profundo, tal vez incognoscible, que nos impulsa a confrontar y transformar la supuesta realidad, convirtiéndola en libro –como en este caso-, en pintura, música, pirámide o satélite, es decir, en permanente invención de la verdad, si como tal existe. Y ahí radica el íntimo secreto de esta obra, mejor aún, de su autora, cuya motivación para escribir y su feliz realización es todavía más fascinante y meritoria. ¿Cuál es la clave que la define como mujer que publica, según diría Rosario Castellanos, decidida a transgredir prejuicios y dar voz a quienes padecen y sueñan? ¿Por qué y para quién escribe Maries Ayala en este mundo medieval-posmoderno, y a quién puede importarle si hubo alguna vez una casa real o ignorada en El Cairo, donde vivió un pachá y el amor, eterno protagonista de la historia, libró arcanas batallas rubricadas con sangre? Doble interrogación por la que transita una sola respuesta: Maries escribe porque ha sido lanzada, como todos nosotros, a esta extraña existencia, y es víctima consciente de un rayo divino, el afán de belleza que la marca y obliga. Escribe porque padece de una enfermedad congénita, también contagiosa, asimismo incurable, que algunos llaman vocación, necesidad de arte, y que hoy reconocemos en las páginas de esta novela. Maries escribe porque es y quiere ser filtro de la memoria, canción contra el desierto de los días inocuos, homenaje al jeroglífico de los tiempos pasados e imaginación del futuro. Lo hace para salvarse y salvar del olvido a Ana, Alí, la joven Misrachi, sus personajes, y a las vidas posibles que alguna vez habitaron en El Cairo, en Nueva York, en México o en alguna parte, seres reales en la fantasía del universo, donde todo es maya, delirio, tragedia y pasión. Las novelas, y ésta en particular, son casas con habitaciones donde se hace por la noche el amor; son cocinas en las que se preparan los alimentos del cuerpo; escaleras de Escher que terminan en cuartos tapiados; jardines, a veces, con palmeras de mármol. Todo murmura, incluso el silencio, porque tanto en la ficción como en la realidad los humanos dejamos huellas, en apariencia invisibles, de nuestro andar cotidiano por el piso del tiempo. En los picaportes de las puertas, en las paredes desnudas, en los rincones que escucharon nuestros rezos y gritos, de algún modo quedaron impresas las señas de nuestra nada. Ésa es precisamente la percepción extra-sensorial que asalta a la protagonista al llegar a la residencia cuya foto aparece en la portada del libro, testimonio visual de la maravillosa capacidad que tiene la literatura –la mano de Maries- para descubrir o fabular el secreto, verídico o falso, escondido entre ladrillos de ilusiones perdidas. Hay en esta obra, además, un paralelismo simbólico entre la profesión de Ana, la protagonista, y su estancia en la enigmática casa. Ella es arqueóloga o antropóloga, estudia huesos, desenfardela momias, intenta desentrañar el pasado para entender el presente, pero a la vez se hospeda en la mansión de ahora, donde persiste un ayer que se oculta y la inquieta. Las casas, nos avisa la autora, también son tumbas donde yacen enterradas las horas vacías, rutinarias y absurdas; las disputas familiares por baladíes razones, las fiebres por deudas impagables y vanas, o las calenturas pasajeras, debidas a la ingesta en exceso de drogas como el amor, la más dura de todas. En nuestras moradas cohabitan, sepultas o insepultas, las pequeñas miserias que alguna vez arrastramos, cruces privadas de la condición humana, eco inaudible de suspiros y ayes. Pero hay también en las casas, tal la aquí novelada, espacios que albergan los juegos de los niños, pianos donde se pulsan nostálgicas notas, armarios con ropas de veranos ardientes, sábanas verdes para el sexo glorioso, y espejos antiguos que conservan nuestros rostros, sin arrugas ni manchas, porque seguimos siendo cuanto fuimos y somos. Tienen las viviendas, como ojos abiertos, ventanas que dan a las calles ajenas, recibiendo la luz que dispersa las sombras y, en fulminante anagnórisis, descubre las causas del dolor subyacente y aviva la fuerza arrolladora de la esperanza. Así es la casa que Maries ha construido sobre firmes pilares de escritora madura, con delicado trazo en renglones torcidos por el dedo sagrado, y en el afán de rescatar la arquitectura del sueño, nido del inconsciente, lugar de fantasmas y duendes perdidos en su tierna crueldad. La palabra es la casa del ser, sentenció Heidegger, y los seres que pueblan esta obra son voces que dicen más de lo que dicen, pertenecen a una metaficción donde la casa no es un sitio concreto, sino un símbolo de la frágil experiencia humana. Todo pasa: el amor tocando un trombón a mediodía, el dolor al tañer de una campana, el deseo que sacude las entrañas, la muerte inexplicable, suicidio de lo vivo. Quedan muros, obras también perecederas, testimonios en piedras silenciosas, monumentos contra el olvido inevitable, túmulos que honran defunciones, fútiles intentos de permanencia en la impermanente virtualidad del universo. Palabras, palabras, palabras, responde Hamlet, indicando, quizás, que todo se concentra en la expresión y nada es –libro, palacio, reino, trasmundo- si no aparece en el habla o en la letra que lo constituye. He ahí el secreto de esta novela, en realidad de la autora, al hacer que las palabras .nos cautiven, enreden, hagan sentir lo que sintieron o sienten otros, que acaso fuimos o somos, mientras vivimos en una versión apasionada de la realidad o el sueño. Novela de corte fantástico, dirán algunos; propia del realismo mágico, afirmarán otros; histórica y realista, se propondrá más allá, y un poco de todo eso, pero algo más encontrarán los lectores, cautivados por el rigor de la prosa, la trama bien trazada y el mensaje estético que con emoción y eficacia trasmite Maries Ayala: amar es la palabra del ser. El secreto está en ti, autora, lectores, en nosotros, y en esta novela. Toda obra que somos ratifica el inmenso poder de la literatura y el arte, creación de la Creación.

sábado, 17 de octubre de 2009

Como yo te he leído

Mi amigo, don Miguel de Unamuno, a quien conocí en una novela, escribió alguna vez acerca de lo que llamó la intrahistoria, para referirse a la vida tradicional, que sirve de aparente decorado a la historia más visible. Decía el autor del famoso ensayo En torno al casticismo, que la intrahistoria es todo aquello que ocurre pero no publican los periódicos. Es decir, lo que sucede en la sombra, en el discreto espacio de lo privado, al que muchas veces no accede la historia oficial. Porque en el tálamo regio, en el jergón de una choza, o en las simples circunstancias de una celebración familiar, los olvidados de siempre desatan, aún sin saberlo, una cadena de acontecimientos cuyo desenlace se inscribe en los grandes episodios que los cronistas registran con exhaustivo rigor. Ése es precisamente el lugar que redescubre Erma Cárdemas: el punto ignorado pero cierto, muchas veces secreto, donde los héroes, los antihéroes, las doncellas y los seres comunes de carne y hueso que nunca han sido coronados de laureles, se sientan a platicar, hacen el amor, escriben cartas privadas, rezan, cocinan o duermen la siesta de los justos. El mundo soslayado, pero humano, más que humano, de la intrahistoria.
"Como yo te he querido. Historia de amor entre Concepción Lombardo y Miguel Miramón", la última obra publicada de esta notable escritora mexicana, se inscribe cabalmente en dicho concepto unamuniano, al ir más allá de los límites tradicionales entre biografía, testimonio y novela, así como entre historia y literatura, para adentrarnos en la vida íntima de dos personajes que se conocieron y amaron en la convulsas circunstancias del siglo XIX mexicano. Erma Cárdenas se atreve en este libro a leer las Memorias de Concepción Lombardo, la esposa de Miguel Miramón, desde la carne, los huesos y el corazón en vilo de aquella mujer enamorada y testigo de su tiempo, pero también con la perspectiva del siglo XXI, cuando el ayer, que parece estar dicho y congelado en los textos oficiales, necesita ser revisitado para entender el presente y atisbar el futuro. Y Erma no sólo lee aquellas Memorias, sino que las comenta, las completa, y en gran medida las reinterpreta, en un ejercicio de actualización apasionada y fiel que nos obliga a repensar los hechos de entonces, amando también a quien supo amar, y por su amor persiste y en la letra existe.
Una de las mayores virtudes del texto que aquí presentamos es que podemos verlo como una página más, e indispensable, de la historia de México, y a la vez como una novela colmada de episodios dramáticos, dominados por el soplo terrible de la tragedia, con personajes enfrentados de manera inevitable al juego caprichoso del destino, moviéndose hacia un desenlace fatal. Por lo que respecta a la Historia, con mayúscula, la autora respeta cuidadosamente el sentido del término, que implica, desde los griegos, la narración de los hechos humanos y los hechos en sí, la realidad tal como Concepción Lombardo asegura ocurrió. Enseguida el lector advierte la parcialidad de la narradora, que intenta reconstruir objetivamente un pasado por definición efímero, ya ido, perdido en las volutas de su memoria. Hay, sin embargo, una magia en estos recuerdos, una relación íntima entre la voluntad de reconfigurar los hechos, esto es, el intento de registrar su verdad, y la idealización de un fuego cuyas llamas vitales se apagaron para siempre y sólo quedaron en la adoración de su imagen. La reescritura de aquel pasado es, en manos de Erma Cárdenas, el pilar donde se asienta la posibilidad de la ilusión, es decir la Literatura, también con mayúscula. Lo pretérito sigue vigente, aunque en constante revisión, nos dice la autora, para que el aquí y el ahora tengan razón de ser, y para que el hombre –objeto y sujeto del azar, la fatalidad, el hado, la suerte, el destino– entienda finalmente que, así como la esposa del general Miramón, es sólo sueño, hechura de la fantasía.
Erma Cárdenas sabe, y aquí lo demuestra con creces, que la Literatura es una reelaboración de la realidad, una especie de creación de segundo grado que, en la invención, fabrica una realidad alterna, asequible solamente por medio de las palabras, esas contraseñas que abren sinuosos pasadizos hacia mundos distintos, fingidos pero verídicos, donde los hechos objetivos y duros se subordinan al eterno deseo de volar al infinito. Desde sus orígenes, la Literatura ha sido un cuento de hadas y demonios, sueños y esperanzas, y la Historia un recuento de infortunios y glorias pasajeras; torres construidas para alcanzar los cielos, batallas perdidas en caballos de Troya. Como yo te he querido conjuga hábilmente ambas disciplinas en apariencia distintas pero en verdad fundadas en el mismo asombro ante la vida que fue, pudo ser, acaso sería, de haber sido otro tiempo.
En la Historia está la totalidad de las creaciones humanas, y en consecuencia la Literatura nace, respira y fructifica en la historia, es histórica por necesidad, y por esencia dinamiza y enriquece la historia. Pero son campos diferentes que, por rutas distintas, intentan desentrañar el misterio mayor de existir, la eterna pregunta del por qué y el para qué, de dónde venimos y hacia dónde vamos. Hizo bien Aristóteles al oponer el historiador al poeta, porque este último busca representar lo universal, “las cosas como podrían acaecer según verosímil necesidad”, mientras que el historiador se dedica a representar “las cosas realmente acaecidas”, es decir, lo particular, por ejemplo lo que hizo Aquiles en la famosa batalla. Así, el testimonio de la Lombardo, el texto vigoroso de Cárdenas, la Literatura, no pueden ser la reproducción exacta de los hechos que a más de un siglo y medio de distancia se disolvieron en la nada del tiempo. Por el contrario, el logro de este rescate literario es la revelación de una realidad oculta, virtual, que coexistió junto a la circunstancia evidente; la presentación de un mundo paralelo donde tal vez ocurrió una Historia gemela, esa fantasía borgesiana que la mecánica cuántica considera posible.
"Como yo te he querido" demuestra, una vez más, que no se pueden deslindar ni oponer la Historia y la Literatura, estos dos cuerpos del entendimiento humano, que son en verdad amantes secretos y hacen el amor a oscuras para engendrar las fábulas que mueven al mundo,. La Historia es el registro del Tiempo, donde irremediablemente existimos, y el tiempo es la esencia de la novela, el espacio donde se manifiesta la Poesía, la imagen que precede la realización de lo humano. Compañeras de viaje, cómplices de una misma ficción, la Historia y la Literatura se polinizan mutuamente, y son como Jano, aquel hijo de Saturno y Entoria cuya cabeza solía representarse con dos rostros, que miraban y conocían lo pasado y lo porvenir.
Finalmente, tras la lectura de esta obra, me atrevería a proponer que, vistas las cosas de cerca, todo forma parte de la Teología, la mítica o fabulosa teología que San Agustín definió como propia de los poetas, porque admite muchas ficciones y va más allá de lo que los dioses son y los ciudadanos deben conocer y practicar. La Historia y la Literatura son, en última instancia, ramas de la Fe, de la creencia y la confianza en la palabra, en la revelación de la belleza; la Fe que implica una firme seguridad de lo que esperamos y la confianza en lo que no vemos todavía. Porque Concepción Lombardo, en la voz admirable de Erma Cárdenas, parece decirnos que escribir es un acto de Fe, de amor y memoria.

Miguel Cossío Woodward
micossio@yahoo.com

16 de octubre de 2009

martes, 21 de julio de 2009

Curso de Otoño, 2009

Los grandes y los nuevos en la literatura latinoamericana actual

Presentación:
El curso rinde homenaje y recupera, por una parte, varias obras maestras (algunas póstumas) de grandes escritores latinoamericanos del fin del siglo XX, como el uruguayo Juan Carlos Onetti, el argentino Julio Cortázar y el paraguayo Augusto Roa Bastos, al tiempo que se propone reconocer la importancia y el afán de renovación en los nuevos autores del siglo XXI, como la colombiana Laura Restrepo, el mexicano César Güemes y el argentino Andrés Neumann.
Está estructurado en tres partes, a saber:
I. Homenaje a Juan Carlos Onetti.(1909-1994)
En julio de este 2009 se celebra el centenario del nacimiento del gran escritor uruguayo, acreedor, entre otros, al Premio Cervantes de Literatura 1980. Se analizarán dos de sus obras más importantes: El Astillero (España: Salvat Ediciones, 1970) y Junta cadáveres (Barcelona: Seix Barral S.A, Colección Obras maestras del siglo XX, 1985). Se comentarán asimismo a la luz del ensayo de Mario Vargas Llosa El viaje a la ficción. El mundo de Juan Carlos Onetti (México: Editorial Alfaguara, 2009).
II. Últimas obras y Papeles póstumos
Se comentará la última novela del paraguayo Augusto Roa Bastos (1917-2005), Premio Cervantes de Literatura 1989, titulada Madama Sui (México: Alfaguara, 2009, Colección Grandes Maestros de la Literatura Iberoamericana. y una selección de Papeles inesperados, del gran escritor argentino Julio Cortázar (1914-1984), textos recientemente encontrados en una vieja cómoda por su viuda y publicados en México por Santillana Ediciones Generales S.L., 2009.
III. Los más recientes
Tres novelas recientemente publicadas: Demasiados héroes, de la colombiana Laura Restrepo (1950), Premio Alfaguara de Novela 2004; El viajero del siglo, Premio Alfaguara de Novela 2009, del argentino Andrés Neumann (1977); y Cinco balas para Manuel Acuña, del mexicano César Güemes (1963).
Método:
Los participantes leerán las obras y expresarán sus opiniones, comentarios, preguntas y dudas en las respectivas sesiones. Teniendo en cuenta la extensión de las obras, se considerará el tiempo necesario para la lectura de cada una. El profesor ofrecerá orientaciones y comentarios acerca de cada obra y de sus autores, a fin de propiciar el mayor aprovechamiento estético y cultural de las lecturas.
Datos del profesor:
Miguel Cossío Woodward es novelista, Premio Internacional Casa de las Américas, y crítico literario. Es Doctor en Letras Modernas y profesor en el Departamento de Letras de la Universidad Iberoamericana desde hace más de quince años.
Para consulta y aclaraciones:
micossio@yahoo.com

jueves, 19 de marzo de 2009

Mi nuevo curso: Últimas tendencias de la literatura latinoamericana

Últimas tendencias de la literatura latinoamericana.
Más allá del realismo mágico.
Lectura y discusión de diez obras significativas en las últimas décadas.
El éxito de la llamada literatura del boom latinoamericano promovió a nivel internacional a grandes escritores como García Márquez, Cortázar, Carpentier y otros que alcanzaron merecida fama a mediados de los años sesenta del siglo veinte. Este auge de la literatura latinoamericana impulsó cierta tendencia a enmarcar también las obras de otros autores de la región dentro del realismo mágico, lo fantástico o la nueva novela histórica Sin embargo, en las últimas décadas numerosos escritores de la América Latina y el Brasil publicaron novelas de rango universal, premiadas y valoradas por la crítica más rigurosa, que no coincidían exactamente con los modelos establecidos en el paradigma del boom.
Frente al éxito editorial de aquellos autores de los sesenta y los setenta, la relativamente insuficiente difusión, la competencia en los mercados de la lectura y otros factores, han limitado la apreciación de un conjunto de obras y autores latinoamericanos y brasileños que exploran actualmente caminos distintos para la expresión literaria.
El objetivo del presente curso es propiciar un acercamiento a las últimas tendencias de la literatura latinoamericana, a la luz de la lectura y la discusión de diez obras significativas publicadas hasta el 2008 por autores de diversos países de la región. Se adjunta el Temario, la relación de obras y autores, así como una breve referencia biobibliografía.
El ritmo y orientación de la lectura será conducido por el Coordinador del curso, Miguel Cossío Woodward. Doctor en Letras Modernas y Profesor en la Universidad Iberoamericana.
Temario del curso
Últimas tendencias de la literatura latinoamericana.
Más allá del realismo mágico
1. Tema: La novela desde la poesía.
Obra: El cuerpo de Giulia-no, México: Editorial Joaquín Mortiz, 1971. Hay reedición por la Editorial Magenta.
Autor: Jorge Eduardo Eielson (Perú, 1924-Milán, 2006). Pintor, poeta, novelista, uno de los más relevantes escritores y artistas peruanos de la segunda mitad del siglo veinte. Su obra se destaca por la pureza de la expresión poética
2. Tema: El pretexto de la novela policiaca para la construcción de la obra de arte literaria.
Obra: Los detectives salvajes, México: Editorial Anagrama, 1999
Autor: Roberto Bolaño (Chile, 1953-Barcelona, 2003). Escritor excepcional, muy prolífico en su relativamente breve existencia. Premio Internacional de Novela Rómulo Gallegos 1998, Premio Herralde, póstumo
3.Tema: El palimpsesto y la nueva imaginación de la novela.
Obra: El mundo alucinante, México: Tusquets ediciones, 2003
Autor: Reynaldo Arenas (Cuba, 1943- Nueva York, 1990). Autor maldito y renovador del lenguaje neobarroco. Poeta, dramaturgo y ensayista.
4. Tema: La relación entre la mujer y el hombre, algo de amor y mucho de ser.
Obra: Aprendizaje o el Libro de los placeres, Barcelona: Ediciones Siruela, 1989
Autora: Clarice Lispector (Ucrania-Brasil, 1920. Brasil, 1967). Escritora de fama universal, considerada como la Virginia Woolf latinoamericana..
5. Tema: Historia, ficción, ensayo, recreación e imagen literaria.
Obra: Respiración artificial. México: Tercer Mundo Ediciones, 1980
Autor: Ricardo Piglia (Argentina, 1960). Uno de los escritores más destacados en los últimos años. Crítico literario, ensayista, profesor universitario en Princenton. Autor de una de las novelas más innovadoras de la década de los noventa. Premio Planeta 1997
6. Tema: El juego lúdico entre la realidad y la ficción, la experimentación artística y la incorporación de protocolos apócrifos
Obra: Salón de belleza; Efecto invernadero, y otros relatos en: México: Obra reunida, Editorial Alfaguara, 2005
Autor: Mario Bellatin (México, 1960). Escritor original y arriesgado que intenta crear universos paralelos en desafío de la lógica realista. Finalista del Premio Medicis, Francia, 2000. Premio Xavier Villaurrutia, México, 2000. Premio Mazatlán, México, 2008
7. Tema: La muchacha y el dictador, corrupción prostitución, poder y amor imposible. Belleza y sabiduría en el sur de la literatura.
Obra: Madama Sui, Barcelona: Seix Barral, 1995
Autor: Augusto Roa Bastos (Paraguai, 1917-2005). Autor de obras excepcionales, una de las figuras claves del post-boom latinoamericano. Premio Losada, España, 1959. Premio Memorial de América Latina (Brasil, 1988). Premio Cervantes de Literatura, España, 1989.
8. Tema: El estilo, la fábula, el delirio y la desintegración en el paisaje desolado y mítico de un mundo apasionante.
Obra: La ocasión, Buenos Aires: Alianza Editorial, 1988.
Autor: Juan José Saer (Argentina, 1937 – París, 2005). Narrador riguroso y solitario, de espaldas al boom, considerado uno de los escritores más brillantes de las últimas décadas en cualquier lengua. Premio Nadal, España, 1987
9. Tema: La pasión, el deseo y la obsesión de apresar sexo y belleza en la realidad y la imagen de lo efímero.
Obra: El amor es una droga dura, Barcelona: Seix-Barral, 1999
Autora: Cristina Peri Rossi (Uruguay, 1941). Una de las escritoras contemporáneas más brillantes, su obra ha sido traducida a quince lenguas. Poeta, ensayista, novelista, Beca Guggenheim 1994, traductora de Clarice Lispector, Premio Internacional de Poesía de la Fundación Loewe por su poemario "Play Station", 2008
10. Tema: La novela policiaca revisitada a la luz del narcotráfico, el espionaje y la corrupción, donde se confunden el bien y el mal, con tensión, ironía y humor
Obra: El cielo llora por mí, México: Editorial Alfaguara, 2008
Autor: Sergio Ramírez (Nicaragua, 1942). El narrador más destacado de Centroamérica, uno de los más prolíficos y reconocidos a nivel internacional. Premio Dashiel Hammet, España, 1988, Premio Laure Bataillon, Francia, 1989, Premio Alfaguara, 1998.

jueves, 12 de marzo de 2009

Prólogo a "Entre el torrente y el pedregal", novela de Stella Khabié.Rayek

Donde se habla de amor y guerra
Stella Rayek escribe en azul y el libro que el lector tiene en sus manos es opalescente y redondo como el globo en el que ahora viajamos. Sus hojas son piezas de un voluptuoso ajedrez donde la imaginación es la reina y la reflexión un alfil. Ella narra la existencia en un soplo de ideas, y nos hace pensar en los grandes temas de nuestro tiempo, que es el siempre del tiempo. En esta nueva novela perfila de un trazo el mapa del orbe, dividido por las palabras que un mismo Dios pronunció y los hombres oyeron en idiomas distintos. Cuenta la historia de pasión y locura escondida tras velos de tradiciones y creencias que a veces separan, sin razón alguna, a hermanos, amantes, familias y pueblos. Habla de la guerra que disgrega y mata, de la imborrable herida del Holocausto, y de los judíos que perviven en el caos de Irak. Todo lo teje con el hilo de la poesía y la aguja punzante de la realidad, para mostrarnos la impetuosa avenida de la muchedumbre que busca la respuesta imposible a la esencia del ser.
Nos encontramos frente a un texto que, como sábana virgen, se extiende ante nosotros para hacer el amor y reconciliarnos tal vez con el sinsentido del mundo. Aquí nos adentramos en la aventura de quienes recorren las tierras en pugna de la Palestina, o van por las montañas de Turquía, o marchan entre las bombas de Bagdad, bajo el pedregal donde duermen las generaciones perdidas; más allá, en otra parte que es sin embargo el mismo lugar en el que habita la vida y acecha la muerte. Están en estas páginas la casa prometida de Israel y el libro sagrado del Corán, las religiosidades opuestas que se encuentran cuando dos hombres coinciden volando entre nubes de Oriente a Occidente. Con breves pinceladas, Stella Rayek retrata asimismo las migraciones humanas de un lado a otro del planeta cada vez más globalizado, más interrelacionado, conflictivo y pequeño. Aparece en esta obra Ini, la china que huye con su familia de un tsunami y se adapta al movimiento febril de una trepidante ciudad italiana, mientras que, en sentido inverso, una mujer lleva a su nieto adolescente desde San Diego a la capital iraquí, nostalgia de sus raíces.
Entre el torrente y el pedregal es una novela que sutilmente interpreta las causas profundas de los conflictos actuales, fijando la mirada en el microcosmos de lo cotidiano para descubrir las coordenadas del conglomerado social. Todo se explica al observar por una ventana el universo blanco de la Mujer blanca; al escuchar un momento el latir salvaje de quien ama a Raquel ojos azules; o cuando seguimos los pasos del hombre que viene de Smirna tras la Francesca cuyo amor es una esfera negra y un cuervo en la calle del olvido. La historia, ésa que absurdamente se escribe con mayúscula, se encierra en la piedra de un anillo que en el dedo nos quema, y nada hay nuevo bajo el sol, más allá del Bósforo y del cielo, el espacio que inventan Nadia y Omar, los muchos personajes que pueblan esta obra.
En todas partes, sugiere la autora, el ser humano padece idéntica soledad, sufre igual necesidad de comunicarse, lleva en el costado izquierdo la misma llaga de amor insatisfecho. Es preciso que un día redescubra, bajo el pedregal, la pura permanencia, el corazón con que vive y la sangre que nos une como hijos de Adán. Por encima de la crueldad y de la destrucción, nuestra civilización debe renovar la humildad de Ester y el perdón de Ismael; hay que marchar al encuentro de las raíces comunes que nutren el árbol de la verdad y la paz fundamental.
Esta obra huele a azafrán y sabe a pimienta, está hecho en el horno donde se cuece el pan árabe, servido con los frutos de la tierra bendita de los padres nuestros, aderezado con semillas de cardamomo para el café de la tarde. Es, finalmente, un libro construido con la fragante madera de los cedros del Líbano, aquella con la que un día, en devota oración, se edificó el primer Templo de Jerusalén. Una novela de gran madurez literaria con la que Stella Rayek nos invita a buscar, más allá del terror, del dolor y la guerra, la luz que ilumina, el amor que nos salva.

© Miguel Cossío Woodward